miércoles, 28 de septiembre de 2011

Nirvana

Hace unos días se cumplieron 20 años del lanzamiento de “Nevermind”, el disco que llevó a lo más alto al grupo Nirvana. Esta banda está considerada como una de las más representativas del movimiento grunge, una subcultura nacida a finales de los ochenta que rechazaba la orientación comercial y rompía con todo lo estético, musical y cultural imperante en la década que terminaba.

Yo soy muy ochentera así que el sonido grunge no me cautivó en absoluto cuando se puso de moda. Me parecía sucio, ruidoso y bastante deprimente, así que para mí Nirvana o Pearl Jam, máximos exponentes de la música grunge por entonces, no se convirtieron en mis grupos de cabecera. La cosa cambió cuando se pasó la fiebre y la gente volvió a abandonar las camisas de cuadros en el fondo del armario. Entonces surgió la música del nuevo siglo, bastante más insustancial a mi modo de ver, así que decidí echar la vista atrás y darle otra oportunidad a aquellas canciones de los noventa. Fue ahí cuando conseguí pillarle el punto a Nirvana, cuando ya Kurt Cobain llevaba unos cuantos años muerto y el resto de los componentes de la banda se habían buscado la vida por su cuenta (el batería Dave Grohl había iniciado una exitosa carrera en los Foo Fighters y el bajista Krist Novoselic había reorientado su vida hacia el activismo político).

El primer disco de Nirvana, “Bleach”, había visto la luz en 1989, con mucha presión de la discográfica Sub Pop para que sonara muy grunge, estilo que se intentaba impulsar desde ese sello de Seattle. El inestable Kobain nunca estuvo muy de acuerdo con el resultado, puesto que se veía limitado a la hora de componer. Aún así, el álbum recibió buenas críticas y se convirtió en el más vendido de esa discográfica en toda su historia.

Con su segundo trabajo en 1991, “Nevermind”, el grupo se consagró como líder indiscutible del panorama grunge, a pesar de que Cobain, principal compositor de los temas, había dejado volar su creatividad sin ceñirse al sonido que se esperaba de Nirvana. El vocalista insistía en que lo importante de sus canciones era la melodía, los acordes, que las letras no significaban nada realmente y le molestaba sobremanera que se intentara buscar un sentido concreto a lo que cantaba. De hecho, muchas veces llegaba al estudio con las letras a medio componer y las terminaba sobre la marcha. El éxito del álbum les sorprendió incluso a ellos, que de ningún modo estaban preparados para asumir la fama que se les venía encima. En 1993, un año antes del fallecimiento de Cobain, el trío grabó su tercer álbum de estudio, “In utero”, con un sonido diferente pero una acogida igual de buena tanto de público como de crítica.

Durante toda la trayectoria de Nirvana su líder se movió entre la depresión y la adicción a la heroína, que en los últimos años de su vida le causó varios ingresos hospitalarios e intentos de rehabilitación que no prosperaron. Su relación con la cantante Courtney Love, también consumidora, no hizo más que acrecentar su dependencia y ocasionarle más situaciones de riesgo que desembocaron finalmente en el suicidio del cantante en abril de 1994.

Veinte años después de estrenarse, el disco “Nevermind” lleva vendidas más de 30 millones de copias y está considerado como uno de los trabajos más influyentes de todos los tiempos. Su primer single fue “Smells like teen spirit”, que se convirtió en un himno adolescente y su vídeo en uno de los más vistos del momento. Otro de los temas más conocidos de ese disco y que más me gusta es “Come as you are”, que inoportunamente destrozó Ramoncín en un concierto hace unos meses. Y mira que ya era difícil hacerlo peor, que Cobain con su bronquitis crónica no es que se luciera mucho cantando tampoco, pero al menos afinaba.

Acaba de publicarse una edición deluxe de “Nevermind” que incluye caras B y rarezas de la banda, acercando así el sonido grunge a esas generaciones que no vivieron el auge de aquella música ni el genio de un Kurt Cobain que tiene su merecido lugar en el Club de los 27.

Y para recordar a Nirvana esta semana suena en Lillusion otro tema quizás menos conocido de “Nevermind”, que fue el tercer single del disco: “Lithium”.



Aquí el enlace a la canción en Spotify.

martes, 27 de septiembre de 2011

Director's Cut, de Virgin Comics

Cuando no estoy lo suficientemente centrada como para leer un libro, me dedico a leer cómics. Son lecturas que requieren menos concentración al estar apoyadas por las imágenes y me resultan mucho más sencillas y satisfactorias. En mis últimas visitas a la biblioteca, me llamaron la atención unos tomos pertenecientes a una serie de Virgin Cómics, en la que las ideas corresponden a famosos directores de cine.

La línea se titula Director’s Cut y el primer número de esta serie corre a cargo de John Woo, conocido por películas como “Hard Boiled”, “Cara a cara” o “Misión Imposible 2”, entre otros títulos de acción. Su cómic, titulado “7 brothers”, se publicó en 2006. Aborda una historia con toques sobrenaturales en la que siete elegidos, con extraordinarios poderes, deben luchar en la época actual contra un poderoso mago de la antigüedad. Para mí todo transcurre de forma un poco liosa (lo de la fantasía no es lo mío, lo reconozco) y el cómic no terminó de engancharme en ningún momento.


Otra entrega de la serie salió al mercado en 2007, elaborada sobre una idea de Guy Ritchie, director de “Snatch: Cerdos y Diamantes”, “RocknRolla” o “Sherlock Holmes”. El cómic lleva el título de “Gamekeeper” y cuenta una historia de venganzas, secretos científicos y mafias rusas. Es una obra más realista, muy al estilo de Ritchie, y tenía todas las papeletas para gustarme. Sin embargo, algunas escenas crudas llegaron a resultarme bastante desagradables y al final el desarrollo tampoco me convenció del todo.

Tanto a uno como a otro cómic les falta un poco de chispa, a pesar de que en ambos el dibujo es muy bueno y los guiones corresponden a destacados escritores del entorno gráfico como Garth Ennis en el caso de “7 Brothers” y Andy Diggle en “Gamekeeper”. En los dos casos además se editaron secuelas y Ritchie planea rodar su historia con el formato de una serie de televisión. Es evidente que el lenguaje del cine y el del cómic difieren en muchísimos aspectos y, aunque la idea de que realizadores cinematográficos plasmen en papel sus historias es a priori muy interesante, el resultado no termina de funcionar.

La línea Director’s Cut se completa con otros tres trabajos a cargo de Jonathan Mostow (director de “Terminator 3” o “Los sustitutos”), Edward Burns (“Ella es única”) y Shekhar Kapur (“Elizabeth”), que todavía no he leído pero que me temo que serán también mediocres.

Puntuación “Seven Brothers”: 6 sobre 10.
Puntuación “Gamekeeper”: 7 sobre 10.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Osito de plátano y chocolate

Este adorable molde con forma de osito me ha servido de nuevo para preparar un bizcocho, esta vez con un ingrediente que no había usado nunca para este menester: el plátano. En esta tierra donde el Plátano de Canarias es todo un símbolo, aproveché dos de ellos, un poquito pasados ya, para elaborar un clásico bizcocho con mi no menos clásico y habitual chocolate negro.

Los ingredientes que utilicé fueron tres huevos, dos plátanos bastante maduros, unos 50 gr. de chocolate negro con 80% de cacao, 3 vasos de harina blanca normal, un vaso de azúcar moreno, ¼ vaso de aceite de girasol, medio sobre de levadura de repostería, medio vaso de leche desnatada y un chorrito de miel.

El procedimiento también es el que utilizo siempre: ingredientes líquidos por un lado y secos por otro. Primero se baten los huevos con el azúcar hasta que blanquean. Mientras, se derrite en el microondas el chocolate, cosa que yo hago dentro del vasito de leche, dándole unas vueltas cada pocos segundos. Esto se añade a la mezcla, así como el aceite y la miel. Yo utilicé las varillas para batirlo todo. Aparte, se mezcla la harina con la levadura y se va incorporando a los líquidos. Finalmente se añaden los plátanos bien machacados y se bate otro par de minutos hasta integrarlos bien. La masa se vierte en el molde y se hornea a 200º, con el horno precalentado, durante unos 40 minutos.

El resultado fue un bizcocho súper aromático, con un intenso olor a plátano y unos toques de chocolate muy agradables. Ya en su destino nos dedicamos a decapitarlo para la foto y a dar buena cuenta de cada una de sus extremidades, comenzando, cómo no, por las orejas! :D

miércoles, 21 de septiembre de 2011

People are strange

En el año 1967, el grupo The Doors estaba en la cima de su éxito. Tras mucho tiempo tocando en bares y locales pequeños, habían sacado al mercado su primer disco de estudio, con gran parte de los temas por los que serían recordados años después. En aquel disco se incluían por ejemplo “Break on through (To the other side)”, “Light my fire” o “The end”. A finales de ese mismo año, aprovechando la buena acogida de su disco de lanzamiento, publicaron su segundo trabajo, con más temas que se convertirían en clásicos del rock como “Strange days” o “People are strange”.

El estilo psicodélico y las letras complejas de los Doors incitaban al público a alterarse y eran una clara muestra del camino que estaba tomando la banda, sobre todo su líder indiscutible, Jim Morrison, cuya actitud provocadora y su continuo desafío a la censura imperante en la industria les ocasionó más de un problema. El vocalista era además bien conocido por su abuso de las drogas y el alcohol. Sus adicciones dificultaban las grabaciones, trastornaban los conciertos y llegaron a crear tensión entre los miembros del grupo. Finalmente, causaron la muerte del cantante en 1971, a los 27 años de edad, suceso que continúa rodeado de un halo de misterio.

A pesar de su corta carrera como grupo (apenas cinco años, hasta la desaparición de Morrison), The Doors editaron media docena de discos de estudio y varios en directo. Los tres miembros restantes, Ray Manzarek, Robby Krieger y John Densmore, grabaron incluso dos nuevos trabajos ya sin su líder natural, con un razonable éxito de ventas, pero decidieron separarse definitivamente en 1973.

Veinte años después de aquello, Oliver Stone rodó la película "The Doors", que contaba la historia de la banda y de su líder, interpretado por Val Kilmer en uno de sus papeles más recordados. Han pasado otros veinte años más y el mito de Jim Morrison sigue vivo, aparte de que muchas teorías conspiratorias continúan defendiendo que el artista fingió su propia muerte aquel día de julio y que, realmente, no hay ningún dato que lo pueda desmentir (al cuerpo hallado en la bañera de su apartamento, tres días después de morir, no se le encontró documentación alguna ni se le realizó la autopsia).

Yo tardé mucho tiempo en escuchar conscientemente a The Doors. El rock americano de finales de los 60 y los 70 no entraba en mis playlists adolescentes pero, en los últimos años, me he propuesto recuperar muchos de aquellos clásicos de la música y dedicarles un poco de atención. El resultado es que The Doors me gustan bastante y lamento, como casi siempre en estos casos, que su carrera fuera tan breve cuando tenían tanto que ofrecer.

El tema de ellos que quiero que suene hoy en el blog es “People are strange”, una canción que fue maravillosamente versionada por Echo & The Bunnymen para la película “Jóvenes ocultos”, como comenté hace unos días. El tema es un inmejorable ejemplo del tipo de música taciturna que hacía esta banda norteamericana y de las letras que componía Jim Morrison en sus habituales momentos depresivos.

Precisamente porque la gente a veces es muy extraña, escuchamos esta semana en Lillusion a The Doors y su “People are strange”.




Aquí el enlace de la canción en Spotify.

sábado, 17 de septiembre de 2011

El tiempo mientras tanto

Una buena amiga me regaló este libro hace un par de años, pensando que me gustaría. Y no se equivocaba. La lectura de “El tiempo mientras tanto”, de Carmen Amoraga, me ha llenado muchísimo y, aunque parece que últimamente sólo me da por leer obras tristes, ojalá todos los libros que cayeran en mis manos fueran igual de maravillosos. Aunque los candidatos y ganadores del Premio Planeta suelen decepcionar, en este caso la novela obtuvo su merecido puesto de finalista.

Para mí se trata de una obra sincera, desgarradora, muy emotiva, una novela coral en la que varios personajes van desgranando sus pensamientos alrededor de una protagonista principal, María José, que está en coma tras un accidente de tráfico.

Sus padres, su mejor amiga desde la infancia y su ex marido van exponiendo en una sucesión de pensamientos mudos lo que sienten o han sentido por ella. Afloran a sus mentes todos esos recuerdos de momentos vividos, algunos buenos, otros no tanto, sonoros fracasos y algún pequeño éxito, todo aquello que quisieron compartir con María José pero que nunca se atrevieron a decirle. La inminencia de la muerte hace que los criterios se suavicen, las posturas se reconsideren y los rencores se diluyan.

De forma paralela y con algo más de profundidad conocemos la historia de Pilar, la madre de María José, una mujer de carácter desabrido que vive con la nostalgia de un amor que pudo ser y no fue. El miedo a querer, el rencor y el arrepentimiento camina ahora con ellos, ya maduros, mientras pasan de puntillas por su insatisfacción vital. Los daños colaterales de esa apatía, las parejas, los hijos, el resto del mundo, se presentan como una pequeña carga con la que deben convivir por no haber sabido tomar las decisiones adecuadas.

Me ha sorprendido muy gratamente la manera de escribir de Carmen Amoraga, periodista valenciana de la que no había leído nada antes. Con una expresión muy espontánea y accesible la escritora nos acerca a las vidas de personas normales y corrientes, con existencias comunes y cierta amargura en su día a día. Retrata a la perfección esa sensación de años perdidos que tantos lectores conocemos, esas experiencias que dejamos de vivir por culpa de otras personas, de las convenciones sociales o simplemente por pura cobardía, que nos hacen replantearnos tantas cosas cuando ya no hay vuelta atrás.

“El tiempo mientras tanto” me ha parecido una novela maravillosa, muy humana y natural, una visión muy acertada de las complejas relaciones madre-hija y de la dificultad para hacer realidad los sueños en nuestras vidas.

Puntuación: 9 sobre 10.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Iván Ferreiro

El grupo Los Piratas apareció por este blog allá por 2006, un par de años después de su separación definitiva. Su líder, Iván Ferreiro, intérprete y compositor de la mayoría de los temas de la banda, acababa de iniciar una exitosa carrera en solitario. Su primer disco, “Canciones para el tiempo y la distancia” sonó bastante y muchos fans de Los Piratas continuaron fieles a Ferreiro en su nueva andadura.

Yo escuché algo de aquellos primeros trabajos en solitario de Iván Ferreiro aunque he de decir que nunca le presté demasiada atención. Pero hace unos días, Andrew del blog “Anestesia” (recién cerrado por cierto, jo) puso el tema “Turnedo” en su blog y de repente me di cuenta de que quería volver a recuperar aquellas canciones de Ferreiro y, además, reincidir de nuevo con Los Piratas, cosa que ya hago periódicamente sin necesidad de ningún tipo de aliciente externo.

Es curioso que la voz del cantante gallego es tan característica que no tiene término medio: o te gusta mucho o no te gusta nada. Yo en realidad prefiero quedarme más con sus letras que con su voz, como ocurre con tantos otros artistas que componen de forma genial pero su voz no les acompaña a la hora de interpretar.

El caso es que recordé que una de las canciones que más me habían gustado del primer disco de este artista es precisamente “Abrázame”, un tema un tanto amargo pero maravilloso, como casi todos los que escribe Ferreiro (***). Sus letras están plagadas de amores, desamores y sinsabores varios, de esas situaciones que todos hemos vivido alguna vez, que nos dejan la sensación de que el mundo nos supera y por ello debemos aprovechar cada momento como si fuera el último.

Esta semana pues toca abrazar y que nos abracen en Lillusion, como nos pide Iván Ferreiro con “Abrázame”.

(***) Gracias al aporte de Exseminarista ye-ye, confirmo que "Abrázame" no es una canción original de Iván Ferreiro, sino que es una versión de una de Julio Iglesias.



Aquí el enlace a la canción en Spotify.

martes, 13 de septiembre de 2011

Obsolescencia programada

Hace algo más de un mes se me estropeó el microondas. Simplemente dejó de calentar, aunque el resto de las funciones parecían normales: el plato giraba con normalidad y los indicadores de tiempo y potencia no parecían tener ningún fallo. Tras probar a cambiar los fusibles y ver que el aparato no reaccionaba, me vi obligada a comprar otro nuevo, ya que llevarlo a un servicio técnico no me compensaba. En la ferretería donde adquirí los fusibles me comentaron que era habitual que los microondas fallaran en uno o dos años, sobre todo los de gama baja, ya que mucha gente iba a su negocio a preguntar por los mismos fusibles y otras piezas de repuesto para hornos.

Cuando el calentador eléctrico que tengo se reventó, hace apenas unos meses, acababa de cumplir 2 años instalado. El fontanero dijo que posiblemente se debía al exceso de presión, algo que unido a la ingente cantidad de cal que lleva el agua de esta isla, había hecho que el calentador no aguantara. Es precisamente la cal la que obstruye la mayoría de los electrodomésticos que utilizan agua, como las lavadoras. La mía se desbordó hace cuatro días y en el filtro encontré un arsenal de piedras, tierra y porquería similar (además de una moneda de dos céntimos). Y me pregunto yo, si los fabricantes saben que la presión de agua es lo que revienta habitualmente un calentador o que la cal es la que daña las lavadoras, no pueden diseñar esos electrodomésticos de modo que esos problemas les afecten menos? No pueden o no quieren?

Hace apenas un año me compré un reproductor de mp3 para ir a correr, el más sencillo y básico que encontré. Antes de eso tenía un mp4 al que la batería le duró también aproximadamente dos años antes de aguantar ya menos de una hora estando totalmente cargada. En la misma tienda donde me lo había comprado me explicaron que esas baterías vienen preparadas para funcionar exactamente ese tiempo, un par de años, y que luego, sin saber cómo ni por qué, mueren definitivamente o su duración se reduce a un cuarto del tiempo que indica el manual del producto.

El caso es que con mi particular rebelión de las máquinas en casa (os recuerdo que mi portátil necesitó un formateo hace unas semanas y la fuente de alimentación de uno de mis discos duros externos también murió en las mismas fechas) se me ha dado por pensar en la obsolescencia programada. Aunque muchos conoceréis el término, se trata básicamente del tiempo que va a durar un producto, designado sin nosotros saberlo desde la misma fábrica. El producto funciona perfectamente hasta que un día, sin motivo aparente, deja de funcionar. El motivo real es que ese aparato ha sido programado para fallar tras ese tiempo de uso, con la clara intención de que lo deseches y adquieras uno nuevo, más moderno y atrayente.

Yo pensaba que en época de crisis los servicios técnicos estarían a rebosar. La gente llevaría sus electrodomésticos estropeados e intentaría arreglarlos antes de comprar uno nuevo. Pero, como he podido comprobar con mi microondas, económicamente no compensa arreglar algo que, de todas maneras, volverá a fallar en breve porque está programado para ello sin nosotros saberlo. Las nuevas versiones de ese mismo producto son más llamativas, modernas y las facilidades de pago inclinan totalmente la balanza hacia su adquisición.

Mis últimos tenis de correr, unos Nike Air Pegasus me salieron baratísimos porque son la versión inmediatamente anterior de los actuales Nike Zoom Vomero, que cuestan más del doble. Pero los míos están igual de nuevos y me hacen el mismo servicio, aunque a menos de la mitad de precio. Mientras el producto no se rompa todavía es aceptable, pero cada vez se programan fechas de caducidad más próximas para objetos que antes aguantaban décadas enteras antes de pasar a mejor vida. No sólo hablamos de electrodomésticos, sino también de automóviles e incluso modas, que cada vez son más efímeras. Todavía me pongo un vestido que usaba mi madre en los años 60, perfectamente conservado después de innumerables lavados. Cuántas prendas de ropa compradas en la actualidad tenéis vosotros que aguanten sin estropearse más de dos o tres años?

TVE emitió hace unos meses un interesantísimo documental titulado "Comprar, tirar, comprar", donde se plasma a la perfección el objetivo de las grandes compañías a través de la obsolescencia programada y los perjuicios que esa práctica causa tanto a nivel ecológico como social. Cada persona genera más de 350 kg. de basura al año, gran parte de ella electrónica, difícil de reciclar y altamente contaminante. Estoy segura de que casi todos vosotros tenéis una magnífica cámara de fotos que se ha quedado desfasada a los dos meses de comprarla o un ordenador de última generación que ya se ha convertido en penúltima generación nada más salir de la tienda. Diariamente vemos cómo la gente se deshace de aparatos estropeados o que ya no cumplen las funciones para los que estaban diseñados y, cuánto más compremos, más tendremos que tirar después.

Nos crean la necesidad de comprar lo último desde que compramos lo anterior. Yo soy una persona con gran fidelidad tanto a las personas como a lo material y no me gusta nada tener que cambiar algo con lo que estoy contenta. Cuando un producto se me estropea me cuesta muchísimo tirarlo y comprar uno diferente, del que tengo que aprender de nuevo el funcionamiento y características. Es algo que no me motiva en absoluto, por lo que la obsolescencia programada es para mí una gran putada programada.

*** En las primeras fotos podéis ver las interioridades de mi viejo microondas y las del filtro de mi lavadora, que tenía tierra y cal como para levantar un muro de contención anti-tsunamis :D

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Cry Little Sister

Como el otro día publiqué la reseña de "Jóvenes ocultos" hoy se hacía inevitable poner un tema de su maravillosa banda sonora. Y una de las canciones más representativas de la película es este "Cry little sister", interpretado por Gerard McMann y que ya JuanRa Diablo citó en uno de los comentarios del post.

Esta canción es la más conocida de su autor, un británico que ha dedicado gran parte de su carrera a componer para otros artistas. Entre otros, ha escrito canciones para Roger Daltrey, Chicago o Vonda Shepard. "Cry little sister" fue compuesta en 1987 por McMann junto con Michael Mainieri, expresamente para la película "The Lost Boys". El tema también se incluyó en el DVD de la posterior secuela.

La banda sonora no está disponible en Spotify y tampoco el tema original, así que os dejo el enlace al vídeo de YouTube con la canción (contiene algún spoiler! de la película) y más abajo el habitual reproductor de GoEar. Disfrutad con el "Cry little sister" de Gerard McMann y el recuerdo ochentero de sus "Jóvenes ocultos".


martes, 6 de septiembre de 2011

Amigurumi Kokeshi Doll

En el pasado Salón del Manga de Tenerife puse a la venta entre mis amigurumis estas kokeshi dolls, unas muñequitas típicas japonesas hechas a mano que originariamente eran de madera. El icono de la kokeshi ha evolucionado y ahora ya se elaboran en otros muchos materiales, entre ellos, lana ganchillada.

En internet encontré un patrón gratuito que yo adapté tanto en tamaño como en algún otro detalle, para confeccionar mis propias kokeshi dolls. Las hice de varios colores y la verdad es que tuvieron muy buena acogida entre los visitantes del stand. Miden apenas seis o siete centímetros y son ideales para colgar en un bolso, por ejemplo.


Si me seguís en Twitter (podéis hacerlo desde el widget de la barra lateral) posiblemente ya las habríais visto en su momento, puesto que publiqué una foto de ellas en primicia justo antes del comienzo del Salón. A que son muy monas?

viernes, 2 de septiembre de 2011

Jóvenes ocultos

Un bar al que suelo ir en Santa Cruz de Tenerife organizó el mes pasado un ciclo de cine de vampiros ochenteros. Entre las películas que pusieron, todas en versión original subtitulada, por supuesto, estaba este pedazo de clásico, “Jóvenes ocultos”. A pesar de mis dudas iniciales, he de decir que no ha envejecido tan mal como podría esperarse y me sigue pareciendo una película genial.

Originalmente titulada “The lost boys”, esta película dirigida por el irregular Joel Schumacher en 1987 se convirtió en una cinta de culto que aborda el tema de los vampiros como esos muchachos descarriados, excesivos, violentos y engreídos que se saben por encima del bien y del mal gracias a la vida eterna que corre por sus venas. Pensar en vampiros ochenteros es pensar inevitablemente en Kiefer Sutherland, líder de esta banda de jóvenes marginados que desafían lo establecido y campan a sus anchas por el pueblo californiano de Santa Carla.

Aunque esperaba que con los años me chirriaran muchísimos detalles del film, la verdad es que me sorprendí a mí misma disfrutando de nuevo con la historia de esta peculiar familia (dos hermanos, una madre recién divorciada y un abuelo más para allá que para acá) que se instala en una zona azotada por extrañas desapariciones y bajo sospechas de la existencia de vampiros. Entre el terror, la fantasía y la comedia, Schumacher consigue facturar un producto bastante ágil, con interpretaciones memorables (adoro al binomio de los dos Coreys, que aquí están sublimes en su primera participación juntos: Corey Haim y Corey Feldman) y unos efectos especiales no tan malos como cabría esperar, con un toque gore final un tanto disparatado, eso sí.

Supongo que a los que no la vieron en aquella época la película les parecerá floja o incluso malilla, pero el espíritu de los ochenta está perfectamente plasmado en todas las escenas. Además la estética es de lo más interesante y la música acompaña a la perfección el desarrollo del film, con auténticos temazos como el “People are strange” de los Doors en una genial versión de Echo & The Bunnymen, “Don’t let the sun go down on me” de Roger Daltrey o el tema central, “Cry little sister” a cargo de Gerard McMann.

*** Spoilers! ***

A mí esta película me produce una sensación de nostalgia muy agradable y prefiero obviar los detalles negativos y centrarme en lo divertido que resulta escuchar a Corey Haim decirle a su hermano (Jason Patric): “my own brother, a godamn shit-sucking vampire! Wait’ll mom finds out!”, que en el doblaje español creo que se tradujo como “mi propio hermano es un vampiro de mierda! Verás cuando mamá se entere!”. Toda esa inocencia, esa naturalidad de normalizar lo sobrenatural, le dan a “Jóvenes ocultos” un encanto maravilloso.

Otra escena fantástica es la de las pruebas que los pequeños Coreys hacen al personaje de Max cuando va a cenar a su casa, para comprobar si es o no un vampiro. Resulta divertidísima para mi gusto. Además, la idea de tener que matar al vampiro jefe para que los demás vampiros se conviertan igualmente en mortales me parece original e interesante.

*** Fin de Spoilers! ***

En 2008 se hizo una secuela que lleva el infame título de “Jóvenes ocultos 2: Vampiros del surf”, en la que sólo se atreve a repetir Corey Feldman. Pero no sólo se atrevió con ésa, sino que el año pasado reincidió con la tercera parte de la saga, “Jóvenes ocultos 3: Sed de sangre”, que ni siquiera se estrenó en cines. No las he visto pero, obviamente, no las recomiendo.

“Jóvenes ocultos” es la película ideal para ver en grupo y recordar aquella época en la que los malos iban en moto, fumaban, llevaban ropa de cuero y muñequeras de pinchos. No hay que perder de vista el hecho de que se trata de una peli ochentera con todo lo que eso conlleva, con estética de aquella época y con calificación para “casi” todos los públicos, así que la mirada debe hacerse en consecuencia si se quiere disfrutar.

Puntuación: 8 sobre 10.